sábado, 2 de abril de 2016

Hombre y libertad

Aquellos que enunciaron por primera vez nuestra palabra. 


Quién tiene los recursos que permite la carta magna, también puede pagar la construcción de escenarios fértiles. El enrarecimiento del ambiente, la oportuna aparición del crimen organizado y la guerra contra el narco, hacen pensar en una pinza que aprieta toda insurgencia. Una estrategia que va por todas y por todo para no compartirlo con nadie.

Es difícil comprender a qué se refiere la independencia y la soberanía de la patria, cuando sus discursos utilizan términos estériles de las ciencias políticas y de la economía, cuando en la práctica dejan colgadas a medio hacer todas esas normas que piden respetar.

Les es difícil hablar de libertad y autonomía de un pueblo porque la visión se encuentra limitada a los confines individuales, porque el trabajo nunca se encuentra ligado a la toma de decisiones.

Lo que los abogados de la muerte llaman carta constitutiva, o carta magna, son, en realidad, las puertas entre la opulencia y la exclusión. Dicen “paz” cuando los cerrojos legales y las garras asesinas se abren, salen y toman el aire que no es suyo.

Nunca vieron que la libertad se forja en el arado de la tierra y se cultiva identidad. Que es en la tierra en donde se encuentran los cuerpos de nuestros hombres y mujeres, aquellos que enunciaron por primera vez nuestra palabra, la misma que dicen defender.


Esto es una “paz” que permite guardar, justificar, el robo y el despojo a la gente trabajadora. Soldados muertos conservados en formol, anestesiados del pueblo y de la memoria. Hombres que prefieren hablar de libertades individuales, productos internos brutos y desarrollo estructural, pero que poco entienden del trabajo y del sudor en la frente.

2 de abril 2016