viernes, 24 de enero de 2014

Reflexiones sobre la vida en un día pálido de esperanza




De los muertos el cielo, de los vivos la memoria y la tierra.

I 

No está mal andarse por las ramas cuando se quieres saber sobre el fundamento último de los árboles; tampoco el hablar sobre el blanco para constatar el color de tus ojos, no está mal hablar de la muerte cuando se trata de saber sobre el devenir de la vida y la improbable, pero no imposible, existencia de dios. De los muertos el cielo, de los vivos la memoria y la tierra.

II

Queridos hombres vivos, amantes de la vida. Pongan atención a la luminiscencia resplandeciente que pinta el contorno de la sierra ¿reconocen el olor a pólvora? Son los emisarios de la muerte, los que ven la vida como un continuo de la muerte, los que apresuran a abrir las puertas del cielo, la metralla incandescente.

No, amigos, no es un Estado fallido, es la verdadera transición en vistas del neoliberalismo, son las manos que apuntan las armas al pasado. Para ellos la vida no importa, lo que les interesa es la tierra sin memoria. Hoy los autodefensa, después las policías comunitarias, y toda organización de probada autonomía.

III

Todo cabe en un plan Nacional en donde el Estado saca los dientes para defender el olvido de sus responsabilidades sociales, de las victorias laborales de los obreros; las garras venenosas contra las fuerzas insurgentes, contra la memoria del pueblo.

La guerra no es una novedad y se riega como un bote de tinta sobre la hoja de escribir. Las normas jurídicas y los sistemas de partido afilan y mantienen vigentes las armas. Lo que los abogados de la muerte llaman carta magna se ha convertido en esa delgada navaja que corta cabezas y defiende los intereses de los asesinos. Ese es el llamado de paz que legitima el robo y el crimen de cuello blanco y manos ensangrentadas. Es la paz que engorda al capitalismo y atenta contra la vida.

Así en el confort de las curules las palabras y las amenazas surcan el aire peleándose los recursos de la nación. Los representantes de las diferentes cámaras se apresuran a consolidar la transición democrática. Esa democracia que cubre las entradas de los parlamentos con balas oficiales y silencia las opiniones en número de votos. Ellos siguen pensando que el botín les pertenece.

Es una paz democrática que se sabe frágil y que avanza hacia las trincheras. Los gusanos del cielo, los emisarios de la muerte y los toletes caminan señalando a los anarquistas, a los profesores violentos del Zócalo y a toda disidencia que se atreva a denunciarlos. Caminan por las carreteras y pueblos propagando el miedo y la desconfianza. Se preparan tiempos convulsos, vienen por los recursos naturales.

IV

Una guerra gélida, casi congelada bajo la apariencia de una estructura estatal que está sucumbiendo al calentamiento global. Los tímpanos de hielo se derriten mostrando que la paz esconde al interior los cuerpos momificados de quienes han tomado por oficio el libre discurrir con el esfuerzo de los demás. Así se vienen planteando las famosas reformas estructurales, poniendo a modo las leyes del trabajo, de hacienda, y energéticas y todo eso que supone el sustento de la soberanía. Sólo les importa el dinero y el poder.

Pero ellos saben que ese es el calentamiento global, ellos entienden que el hielo retrocede frente al calor de la vida y preparan las condiciones para que la tierra arda en fuego. Son soldados autómatas anestesiados y desinfectados de cualquier sentimiento que pudiesen adquirir de las voces del pueblo, los ecos de la memoria. Son las armas que se han destinado para controlar cualquier tipo de manifestación social, para defender lo que los gusanos han logrado robar con el paso del tiempo, un ley que defienden a los asesinos.

V

¿Ustedes, hombres y mujeres, amantes de la vida, creen que las tanquetas en las calles saben de la miseria, el hambre y el dolor? Lo saben y por eso actúan con tanta saña. La guerra, o la tinta del bote, no sólo se queda en los limites del papel legal. Quién tiene la carta magna en la mano y los recursos del Estado, también gozan de una eficiente creatividad, gustan de la creación de escenarios fértiles a sus intereses. Que oportuna queda la aparición del crimen organizado y la guerra contra el narcotráfico, esa guerra que a decir de los funcionarios, es una guerra que “parece que no, pero la vamos ganando”.

Es la maquina asesina, recuerda el sacerdote de Apatzingan, una tenaza bélica que usa al crimen organizado y lo enfrenta al verde olivo. Es la tenaza asesina que comprime al pueblo en un “daño colateral”. Todo está listo para reforzar una “policía rural” que se enfrente a la policía comunitaria en Guerrero, el ejército está en las calles afilando las bayonetas esperando marchar contra las resistencias autónomas y libres. Es la tierra sin memoria lo que ellos quieren, los recursos naturales sin vida, sin oponentes.

Corre el caballo a la derecha y desde ahí escupe fuego. Se izan las banderas de paz y el discurso de dialogo mientras que con las espuelas los jinetes derrumban toda garantía de justicia. Por ahí se especula que los de en medio podrían obedecer a un hartazgo legítimo frente a una situación procurada por el Naranjo colombiano de los Pinos mexicanos. También se describe la mano asesina que prepara el caldo de cultivo para la proliferación de grupos paramilitares que justifique la sangre en las coladeras.

VI

Amigos míos, amantes de la vida, el amor a la tierra forzosamente lleva implícita la vigencia de la memoria. Los cuerpos de nuestro hombres, de aquellos que enunciaron por primera vez nuestra palabra, esa misma que defendemos, están en nuestras tierras. La tierra y la vida hacen germinar los recuerdos y la dignidad en plantas de maíz, frijol y avena. No estoy seguro de nuestro origen, todos tenemos uno distinto. Todos, al final somos de la tierra. La vida y la memoria germinan cuando la gente trabaja. Estando juntos compartimos las experiencias, nuestra vida.

El trabajo brinda a la vida los insumos de la libertad y la autonomía. La independencia y la soberanía quedan diluidas en discursos fríos en dónde lo que importa es el dinero y las formulas de la redistribución de la riqueza. Entre los hombres de a píe, entre nosotros, se entiende que la riqueza no depende de las monedas, que la vida permite relacionar la toma de decisiones con el trabajo, y es que el alma requiere sonreír para vivir.

Para lo hombres de a píe, lo que importa es la posibilidad de trabajar, de transitar libres de tensiones y de la mano de su comunidad, de su gente querida. Este es un deseo que pone en riesgo los intereses de la muerte.

3 comentarios:

  1. Me parece un buen recorrido a pie y sudando la gota gorda, de un charco que huele a maíz y (re)pica en el paladar!!! Una buena forma de poner tildes sobre las "íes"

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    1. Pregunta en dos tiempos:

      1.- "La muerte era el momento en que se pasaba de un poder, que era el del soberano de aquí abajo, a otro, que era el del soberano del más allá. Se pasaba de una instancia de juicio a otra, de un derecho civil o público de una vida y de muerte a un derecho que era el de la vida o de la condenación eternas. Transito de un poder a otro. La muerte era también una transmisión del poder del agonizante, poder que se transmitía a quienes lo sobre vivían: últimas palabras, ultimas recomendaciones, última voluntad, testamentos, etcétera. Se trataba de fenómenos de poder que se ritualizaban de ese modo." (Foucault; 1976, 224)

      2.- "El influjo de poder no se ejerce sobre la muerte sino sobre la mortalidad. Y en esa medida es muy lógico que la muerte, ahora, esté de lado de lo más privado. Mientras que, en el derecho de soberanía, era el punto que resplandecía, de la manera más patente, el absoluto poder soberano, ahora va a ser, al contrario, el momento en que el individuo escapa a todo poder, vuelve a sí mismo y se repliega, en cierto modo, en su parte más privad. El poder ya no reconoce la muerte. En sentido estricto, la abandona"

      Después de esto, nuestra izquierda actual, ¿qué piensa, cómo concibe la vida y muerte?

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