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Bueno, resulta que yo andaba en un evento muy importante. El
carro alegórico trataba sobre la importancia de guardar la figura. Asà que yo
andaba ahÃ, salte y salte, mostrando un elegantÃsimo “smoking”, sin cigarro. En
la mano derecha yo portaba un bastón al estilo del que traÃa Mandrake El Mago y
con la otra mano aparecÃa y desaparecÃa figuritas varias. A veces un ramo de
flores, a veces unos patitos de plástico o cualquier otra figurilla que
pudieran y quisieran guardar. Pero lo mejor del espectáculo, de este tipo de
espectáculos, sólo podrÃa ser protagonizado por una bella dama. Por su puesto,
por su pollo.
El carruaje pasaba justo enfrente de la plaza más importante
de esa ciudad, que mejor no nombraré. Por suerte, además del espectacular
escenario que se habÃan montado sobre el móvil, éste tenÃa un buen sistema de
audio que hacÃa posible amplificar el redoble de las tarolas. La gente se
acercaba emocionada, el show estaba por comenzar. ¡Con ustedes, Nancy, la mami
de la figurita! Los reflectores apuntaban a la monumental mujer de ojos, ¡ojona!,
y caderas enormes. Yo, con una reverencia daba la bienvenida a la modelo y, con
el bastón, enfatizaba las ovaladas lÃneas y pliegues del trajecito de
terciopelo rojo, algo asÃ, como si tratase de subrayar lo que de por sà ya era
importante.
A continuación seguà con la rutina de siempre, ya saben
trucos como “dale de comer al conejito”, “en busca del oso negro”, “el as bajo
la manga”, “el del pájaro embrujado” entre otros. En el acto final, en donde yo
tratarÃa de cortar por la mitad a Nancy, las luces de la plaza se apagaron, los
redobles de los tambores crearon una sensación de suspenso. El cañón iluminaba
a la muchacha que se metÃa en la “caja de operaciones”. Cerré todos los seguros
para que no pudiera escapar, di vueltas al sarcófago de la ilusión, para dar
veracidad del acto. Todos eran testigos de que la caja era inviolable, y que de
Nancy tan sólo se alcanzaba a mirar la cabeza, los brazos y los pÃes. Estaba
realmente atrapada.
Los tambores callaron y la plaza quedó en un silencio expectante.
Dà unos últimos golpes con el bastón elegante sobre la caja, movà los brazos y
recé unos conjuros mágicos -alakazam, el chorejas se enjaretó el pan-. No estoy
muy claro, no sé si fueron efectos especiales o de verdad en el cielo se trazó
un fuerte y sonoro rayo. Levanté el serrucho y me dispuse a cortar la caja por
la mitad. La gente comenzaba a murmurar nerviosamente.
En la medida en que avanzaba el serrucho, el barullo iba tensando
el ambiente. Nancy, y todo su profesionalismo, se quebraron por la mitad. El serrucho apenas habÃa entrado dos
centÃmetros en la madera, pero toda ella pataleaba dentro del cajón como sà la
hoja filosa hubiese llegado a su cuerpo. La gente, que no perdÃa detalle de lo
que sucedÃa, pasaba del nervio y del suspenso al miedo y la incertidumbre.
Nancy se esforzaba por salir contorneándose desesperadamente, ya no la pude
tranquilizar y decidà abrir los seguros.
Amigos mÃos, esto que les digo jamás me habÃa ocurrido,
incluso ahora que lo cuento me sorprendo y dudo de que haya pasado. Pero una
vez que Nancy estuvo fuera del “sarcófago de la ilusión” todos quedamos
atónitos viendo toda su delgadez. Nancy habÃa perdido esa figura que la hacÃa
coqueta y agradable a la mirada de los espectadores. Su belleza se habÃa
desvanecido de entre su piel y su huesos, ahora sólo quedaba un cuerpo vulÃmico
deseoso de vida.
Después de un silencio pesado, de entre el público se escuchó
–Embusteros, manipuladores-. Y ese fue el detonante. La gente comenzó a caminar
alrededor del carruaje, algunos buscaban subirse y tomar a la muchacha para
destrozarla. La magia es el arte de las ilusiones, pero la humanidad tiene sus imágenes
que toma por verdades y a las que jamás quiere renunciar. ¡Y sálvense como
puedan de la gresca!, mano, esa fue toda una hecatombe. Y ahÃ, queridos mÃos,
fue como en algún momento me lastimé la rodilla.
Una caÃda alegórica. También he buscado algún tipo de
mensaje escondido. Asà fue como pasó. Momentos antes de la final de Brasil
contra España, tal vez como dos semanas antes. Yo andaba jugando al futbol,
entrenando fuertemente para desempeñar el lugar del Messi que Iniesta necesita
para ganar una copa de confederaciones. Fue en el medio campo, recibà el balón
sin marca y fácil de controlar.
Lalo quién me habÃa mandado la bola, atravesó el circulo de la media
cancha a mis espaldas y se encaminó hacia el lado izquierdo del área grande. Yo
venÃa buscando opciones por la banda derecha y, mano, el pié se me clavo al
pasto. Digamos que pise con la punta del dedo gordo derecho. De re-ojo alcancé
a mirar como la pierna se doblaba, de la rodilla para abajo, hacÃa afuera del
cuerpo. Ya les habÃa comentado, fue una jugada absurdamente estúpida y me hizo
enojar muchÃsimo. Asà que bueno, de aventurero quedé como el chico que pisa mal
y eso, amigos, no atrae a las chicas.
Lo que tengo es un
alongamiento en los ligamentos de la rodilla. Requiero reposarla a lo largo de
este mes. Para tal efecto hay que usar muletas y un coso que prohÃbe que doble
la pierna. Y seguramente cuando regrese a la cancha lo tendré que ir haciendo de
a poco. Asà que bueno, también pasa que la verdad, luego no es tan divertida.
Yo espero acercarme el domingo a las 3 y ver el juego.
Eufemio Franco Pimentel
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